martes, 11 de junio de 2013

Causas externas de la independencia

El descubrimiento de América no sólo significó el engrandecimiento territorial y la riqueza de la Corona española. El mundo se hizo más grande y planteó nuevos problemas a los pensadores y los filósofos que, lentamente, abandonaron las ideas medievales -mismas que se sustentaban en Aristóteles y los Padres de la Iglesia- y comenzaron a construir el pensamiento moderno. La modernidad implicó el nacimiento de una nueva fe y una serie de creencias destinadas a transformar el mundo: los modernos creían en el progreso, en la ciencia y la técnica, llevaron al extremo la idea de la igualdad entre los hombres y, por si lo anterior no fuera suficiente, crearon una nueva noción política: la posibilidad de que los seres humanos eligieran el rumbo que deberían tomar sus naciones gracias a las ideas del contrato social y la democracia.
La modernidad -una visión del mundo que nació en Europa- fue un movimiento filosófico y científico que alcanzó su clímax en Francia gracias a un grupo de pensadores, los enciclopedistas, quienes lograron unir todos sus saberes en una obra. La publicación de la Enciclopedia dirigida por Diderot y D'Alambert no sólo fue un acontecimiento intelectual, sino un hecho político de gran magnitud: gracias a ella, el poder de la Iglesia y de los soberanos absolutos quedó en duda, al tiempo que las ideas de igualdad, progreso y democracia quedaron al alcance de los hombres.
Estas ideas -que cautivaron a los criollos novohispanos- pronto se transformaron en realidades: entre 1775 y 1787 los estadounidenses se levantaron en armas contra los británicos, conquistaron la independencia y crearon una nación marcada por la democracia y el progreso; en 1789, en Francia, los revolucionarios destronaron a la nobleza e intentaron materializar los sueños de libertad, igualdad y fraternidad en una república que fue capaz de proclamar los derechos del hombre y el ciudadano. Incluso, en las Antillas, los esclavos de Haití protagonizaron una lucha que los condujo a la independencia gracias a los jacobinos negros.
Para los ilustrados novohispanos, estas ideas y estos acontecimientos fueron un bálsamo; les mostraban que los sueños de cambio eran posibles: la idea de la igualdad de los hombres rompía con el sistema de castas y destruía la muralla entre ellos y los peninsulares; la duda acerca del inmenso poder de la Iglesia robustecía el guadalupanismo como una fe popular y nacionalista; la certeza de que el poder no tenía un origen divino, sino humano, abría la posibilidad de poner en duda la importancia de la Corona y elegir un camino distinto para el virreinato.
Entre los criollos el campo de las ideas era fértil y mostraba los primeros frutos más allá de las fronteras del virreinato. Sin embargo, hacía falta un acontecimiento que favoreciera la ruptura con España. Para su fortuna, en 1808 Napoleón Bonaparte cruzó la frontera española gracias al pretexto de enfrentar el bloqueo económico que Gran Bretaña había impuesto a su país. El ministro Godoy quiso salvar a la familia real llevándola a Nueva España. Sin embargo, el pueblo consideró esta maniobra como una acción del ministro para controlar el gobierno y se amotinó en Aranjuez. Godoy fue destituido y Carlos IV abdicó en favor de su hijo Fernando VII.
Al regresar a Madrid, Carlos IV intentó anular su renuncia y recurrió a Napoleón, y lo mismo hizo Fernando VII para intentar mantenerse en el trono. Napoleón determinó que Fernando renunciara en favor de su progenitor y que éste le entregara el poder por medio de un tratado que le cedía España y las Indias. La monarquía española había caído y Napoleón entregó el trono a su hermano José Bonaparte, quien entre rebeliones armadas apenas pudo gobernar de 1808 a 1813.
El gobierno de José Bonaparte no sólo se enfrentaba contra los grupos armados, pues se convocaron a las Cortes que publicaron en Cádiz una Constitución en 1812. La nueva Carta Magna -en cuya confección participaron 17 diputados novohispanos- se caracterizaba por su liberalismo, a tal grado que, en una de sus intervenciones el diputado por Tlaxcala, José Miguel de Guridi, afirmó: "Si el mal de la guerra es trascendental a la nación y recae sobre ella más que sobre el rey, ¿por qué no han de intervenir las Cortes para declararla?".
Los problemas internos y los cambios externos se unieron a la perfección: la guerra de independencia estaba a punto de comenzar.


Principales precursores de la independencia de Venezuela

El proceso de la emancipación hispanoamericana y en particular de Venezuela se incuba y desarrolla a todo lo largo del siglo XVIII. Motines, asonadas, rebeldías, insurrecciones de carácter individual o colectivo se suceden en ese período. Casi todas eran manifestaciones del descontento de los criollos, de los indios y de los esclavos por causas económicas y sociales, más que políticas; eran casi todas una repetida protesta contra las contribuciones, impuestos, gravámenes, injusticias, abusos y exacciones a que eran sometidos por las autoridades españolas. En cuanto a los esclavos, manifestaban su anhelo común de conseguir la libertad. 


Todos esos movimientos en Venezuela no pueden ser considerados como precursores de la independencia nacional; pero sí contribuyeron a unificar y fortificar el sentimiento nacional de una población que ya manifestaba de un modo u otro, aún sin ideal definido, su repudio al sistema imperante; son eslabones de una larga cadena de reivindicaciones y protestas. 


He aquí los principales: a) La rebelión de Andresote en el valle del Yaracuy (1730-1733); b) el motín de San Felipe el Fuerte (1741); c) la rebelión de El Tocuyo (1744); d) la Insurrección de Juan Francisco de León (1749-1751), y e) el movimiento de los Comuneros de los Andes (1781). A ellos habría que agregar otros que además de las motivaciones económicas y sociales que los originaron, también se proponían cambios políticos, que fueron los siguientes: a) movimiento de José Leonardo Chirino y José Caridad González (1795); b) conspiración de Manuel Gual y José María España (1797); c) tentativa de Francisco Javier Pirela (1799), y d) invasiones de Francisco de Miranda (1806). Veamos brevemente cada una de esas acciones:

Rebelión de Andresote:
Andresote, apodo del zambo Andrés López del Rosario, se alzó en armas, entre 1730 y 1733, contra las autoridades españolas, a pesar de que su insurrección en el valle del Yaracuy iba dirigida contra los funcionarios de la Compañía Guipuzcoana que ponían obstáculos al contrabando entre la costa y la isla de Curazao; su levantamiento tuvo éxito al principio pero se vio obligado a abandonar la lucha; con algunos seguidores, se embarcó en una balandra holandesa y nunca regresó a Venezuela. Pero en las montañas del Yaracuy quedó el foco de la sublevación que sólo llegó a ser dominada gracias a la colaboración que misioneros capuchinos prestaron a las autoridades.


Rebelión de San Felipe:

Movimiento organizado por la población san felipeña, liderada por los notables de la ciudad, en contra de la designación de Ignacio de Basazábal como teniente y justicia mayor de San Felipe, funcionario enviado por el gobernador Gabriel de Zuloaga con el fin de erradicar el contrabando realizado por casi todos los sectores socioeconómicos de los valles del Yaracuy. Basazábal debía proceder de común acuerdo con el gobernador y con la Compañía Guipuzcoana. El 4 de enero de 1741 fue destituido de su cargo Basazábal y tomaron el control de la ciudad los capitulares, encabezando a la población en armas que estaba dispuesta a combatir cualquier intento de pacificación violenta. Analizada la situación de la provincia, a Zuloaga no le quedó otro camino que enfrentar el movimiento por medios pacíficos, hecho que se logró el 16 de febrero siguiente.


Rebelión de El Tocuyo:
Movimiento en el que participó un heterogéneo grupo de habitantes de la ciudad de El Tocuyo, integrado tanto por gente del común como por influyentes vecinos, algunos de ellos miembros del cabildo local. Estalló el 11 de mayo de 1744 en desobediencia a la orden dada por el gobernador Gabriel de Zuloaga de reunir 200 soldados españoles y 150 indios flecheros con destino a la defensa de Puerto Cabello. Los amotinados alegaban que no marcharían a dicho puerto por las condiciones de insalubridad allí reinantes y por el temor de tener que someterse a la tutela de la Compañía Guipuzcoana. La ciudad y los alrededores permanecieron bajo control de los rebeldes durante varios meses, pues aún para diciembre de ese año, Zuloaga informaba al Rey la situación, indicándole que no había hecho nada al respecto temiendo el maltrato de cualquier comisionado que enviara, y porque la situación de peligro que aún reinaba en el mar Caribe le impedía movilizar tropas hacia El Tocuyo.


Insurrección de Juan Francisco de León:
«teniente cabo de guerra y juez de comisos» en Panaquire, Juan Francisco de León, en abril de 1749, se puso a la cabeza de unos 800 amotinados, descontentos contra los procederes de la Compañía Guipuzcoana. Se presentaron armados en Caracas y como el gobernador no cumplía su palabra de expulsar a la compañía, León volvió meses más tarde a la cabeza de 8.000 manifestantes. En 1751 organizó una tercera manifestación armada. Él y su hijo Nicolás fueron derrotados; se entregaron después de haber huido; llevados a España, León murió allí y más tarde su hijo regresó a Venezuela. 

El movimiento reflejaba el descontento de los colonos y aunque su propósito no era romper con España, representó el primer eslabón del proceso integrador de la nacionalidad venezolana. Algunos historiadores le restan importancia a la rebelión de León en el proceso de emancipación, no así Arístides Rojas y Vicente Lecuna quienes lo sitúan como el iniciador de dicho proceso. «…La plaza de la Candelaria es el Monte Sacro de Venezuela. En ella se inició la lucha por la libertad individual, cuando Juan Francisco de León, en el siglo XVIII, levantó el estandarte contra la tiranía de la Compañía Guipuzcoana…» Los primeros movimientos insurreccionales, no tenían un ideal definido. Es sólo en la 5 últimas décadas del siglo XVIII, cuando verdaderamente se inicia el período de la emancipación que en Hispanoamérica arranca de las rebeliones de Túpac Amaru en el Alto Perú, en 1780, y de los Comuneros de Nueva Granada, en 1781.


Rebelión de los Comuneros de los Andes:
Movimiento de protesta que estalló en la región andina venezolana en mayo de 1781 contra la política fiscalista del Gobierno español que desde Caracas era ejecutada por el intendente José de Ábalos. Gritando consignas contra el mal gobierno y los elevados impuestos, los comuneros se apoderaron de San Cristóbal, Lobatera, La Grita, Mérida y otros lugares, pero no pudieron dominar Trujillo. Encabezados por líderes como Juan José García , confiscaron el dinero y el tabaco de las oficinas reales y desconocieron y apresaron a las autoridades. Fuerzas militares enviadas desde Caracas y Maracaibo sometieron a los comuneros a fines de octubre de ese año; los dirigentes fueron encarcelados y enjuiciados, pero en agosto de 1783 el rey Carlos III les concedió un indulto total.


Movimiento de José Leonardo Chirino y de José de la Caridad González:
Tuvo todos los indicios de una verdadera insurrección de carácter social clasista y aun político. Los historiadores están de acuerdo en reconocer su importancia; José Gil Fortoul menciona ese suceso diciendo que con él empezó en Venezuela el movimiento revolucionario de emancipación; Eloy G . González lo califica como uno de los antecedentes de la Independencia; Pedro Manuel Arcaya destaca su importancia en el proceso emancipador y Federico Brito Figueroa y Eleazar Córdova Bello, lo consideran como una verdadera revolución social. 


José Leonardo Chirino, a la cabeza de unos 350 alzados entre negros, zambos e indios, marchó sobre Coro, pasó por las armas a varios blancos pudientes y quemó haciendas. Reclamaban la supresión de los impuestos, el establecimiento de la ley de los franceses, es decir la República, la igualdad de todos los ciudadanos, la abolición de los privilegios y la libertad de los esclavos y la entrega del gobierno a un cacique indígena. Derrotados por las autoridades, fueron severamente castigados: Chirino, juzgado por la Real Audiencia, fue condenado el 10 de diciembre de 1796 a ser descuartizado; su compañero José de la Caridad González fue asesinado en las calles de Coro. Esta rebelión de corte haitiano va a dejar muchas secuelas en todas las agrupaciones de esclavos y va a mantener un estado de agitación en localidades como Cumaná, Carúpano, Cariaco, Río Caribe y Maracaibo.


Conspiración de Manuel Gual y José María España:
La más importante y la primera tentativa de separación de España para establecer una República independiente. Sus instigadores: Manuel Gual, capitán retirado y José María España, justicia mayor de Macuto. Para llevar a cabo su proyecto tomaron contacto con algunos españoles republicanos deportados de España y otros ciudadanos, entre los cuales estaban Juan Bautista Picornell, Manuel Cortés Campomanes, Sebastián Andrés, José Lax, Manuel Montesinos Rico y Juan Xavier Arrambide. 


Un grupo de mulatos de La Guaira también estaba comprometido en el proyecto de sublevación. Su programa indica que se trataba de una verdadera revolución igualitaria político-social. Estaba contenido en las Ordenanzas cuyos artículos 32, 33 y 34 declaraban la igualdad natural entre todos los habitantes, la abolición del pago de tributos indígenas, la repartición de tierras entre éstos y la abolición de la esclavitud. El artículo 44 creaba una escarapela cuatricolor como bandera de la futura República libre. 


Las «proclamas» eran el vehículo propagandístico encaminado a buscar adeptos a la revolución. Asimismo hicieron circular la traducción de los Derechos del hombre y del ciudadano, hecha por Picornell y canciones revolucionarias como La canción americana y La carmañola americana. 


El proyecto de conspiración fue descubierto el 13 de julio de 1797. Gual y España se refugiaron en Trinidad donde continuaron su propaganda revolucionaria. España regresó clandestinamente a Venezuela; capturado, fue condenado el 8 de mayo de 1799 a la pena de muerte, arrastrado por las calles de la cola de un caballo, ahorcado en la plaza Mayor (hoy plaza Bolívar) y descuartizado. Varios de sus cómplices también fueron ahorcados. Gual murió, probablemente envenenado por un realista, en Trinidad en 1800.


Tentativa de Francisco Javier Pirela:
La conspiración de Gual y España había encendido los ánimos y creado un ambiente propicio al desarrollo de las ideas «subversivas» en Venezuela y el área del Caribe; revolucionarios sinceros, aventureros y aun piratas veían con agrado el progreso de las ideas de libertad e igualdad y trataron de aprovecharlo, cada uno a su manera. El mulato Francisco Javier Pirela, sastre de profesión y subteniente de una compañía de milicias pardas, y el negro Joseph Francisco Suárez, empleado del vicario eclesiástico, se pusieron de acuerdo para organizar una sublevación en Maracaibo.


Tenían el apoyo y complicidad de los hermanos Juan Gaspar y Agustín Bocé, corsarios provenientes de Puerto Príncipe (Haití) que llegaron a Maracaibo con sus goletas El Bruto y La Patrulla, el 6 de mayo de 1799. Pirela proporcionaría 200 hombres del cuerpo de milicias, quienes con la ayuda de las tripulaciones de los corsarios, debían «…embestir la ciudad, saquearla, matar a los blancos y ricos, echar por tierra el gobierno español y establecer la República…», según lo indica el informe del Consejo de Indias al Rey. La conspiración debía estallar en la noche del 19 de mayo. 


El santo y seña era la palabra «Antillen»; en la mañana del mismo día, la conspiración fue denunciada al gobernador Juan Ignacio Armada, marqués de Santa Cruz, por un cabo acantonado en la ciudad. El mismo Pirela, 4 horas antes de estallar la conspiración, confesó todo el plan al gobernador. Hubo 68 reos en prisiones separadas. Pirela fue condenado a 10 años de cárcel y enviado al castillo El Morro de La Habana por el crimen de «rebelión y lesa majestad».


Invasiones de Francisco de Miranda:
Los primeros movimientos o insurrecciones, y en particular la conspiración de Gual y España, tuvieron repercusiones no solamente en las esferas revolucionarias de América Latina y el Caribe, sino también en los medios de los exiliados hispanoamericanos establecidos en Europa. En esos grupos de patriotas, jesuitas, políticos escapados de las cárceles de España o de América, criollos liberales y sus representantes en Londres, París y aun en Cádiz, que preparan la emancipación hispanoamericana, se destaca en primer plano la figura de Francisco de Miranda, verdadero Precursor de la Independencia de Venezuela e Hispanoamérica. 


Londres, desde 1784, se convirtió en el centro de sus primeras actividades patrióticas buscando el apoyo y ayuda necesarias para liberar a América que llama Colombia. De 1785 a 1789 recorre Europa buscando el respaldo a sus ideas; se alista en el ejército de la Revolución Francesa persiguiendo el mismo fin, pero no es sino en 1805 cuando podrá ejecutar su primera acción bélica. Va a Estados Unidos donde organiza, con la ayuda de amigos norteamericanos, su primera expedición hacia Venezuela. Está en Haití en 1806 donde el 12 de marzo crea e iza en su buque anclado en Jacmel, la primera bandera de Venezuela. Pensaba que el pueblo estaba preparado ya para apoyarlo. 


Había sido el más grande proselitista de la revolución. Ya circulaba, mandada a traducir por él, la famosa Carta a los españoles americanos de Juan Pablo Viscardo y Guzmán: «…la primera proclama de la revolución americana…», en palabras de Mariano Picón Salas. El 27 de abril de 1806 se presentó frente a Ocumare de la Costa con sus 3 goletas Leander, Bee y Bacchus. 

La expedición traía 200 hombres entre norteamericanos, ingleses y antillanos. Atacados sus barcos por fuerzas mayores, y capturadas 2 de sus goletas, se retiró a Barbados y Trinidad. Pero vuelve al ataque, y el 3 de agosto de 1806, acompañado esa vez por más de 400 hombres, desembarca en La Vela de Coro. Por primera vez ondeaba su bandera en tierra venezolana, en lo que él llamaba el continente colombiano. Aunque la población de Coro no lo apoya, Miranda aprovecha su estancia para hacer circular una proclama de liberación así como otros documentos patrióticos. Las fuerzas que llegan para oponerse a él lo obligan a abandonar Coro pocos días después. 


No recibió el apoyo que esperaba y en Caracas, mantuanos y vecinos notables demuestran su más completa lealtad a la Corona; el Cabildo de esa ciudad pone precio a su cabeza, quema su efigie y lo califica de «monstruo abominable» y de «traidor». De regreso a Londres, sigue su infatigable obra propagandística a favor de la independencia hasta su vuelta a Venezuela en 1810. 


Había dedicado más de 40 años de su vida a luchar por la independencia de Hispanoamérica. Los movimientos aislados o colectivos que tuvieron lugar más tarde en Venezuela, como es el caso de la conspiración de los mantuanos de 1808, más bien pueden ser considerados como los prolegómenos de la independencia. P.V.

martes, 4 de junio de 2013

Movimientos precursores de la Independencia Venezolana

Movimiento Juan Francisco León

Había nacido en la Isla del Hierro, Canarias, en 1692. Fundó la villa de Panaquire, en Barlovento, donde se aplicó al cultivo del cacao, como modesto hacendado. Compartía estas labores con las de Teniente de Justicia de Panaquire, por derecho de fundador poblador. El 2 de abril de 1749 se le presentó don Martín de Echevarría, un vasco, con la noticia de que estaba destituido y era su reemplazante.

Ni León ni los habitantes de Panaquire aceptaron el nombramiento de Echevarría, por ser una imposición de la Compañía Guipuzcoana, cuyo factor, Juan Manuel de Goyzueta, manejaba a su antojo la política venezolana, quitaba y ponía gobernadores y demás funcionarios.
El pueblo amotinado marchó sobre Caracas, con el propio Juan Francisco León a la cabeza, originándose un verdadero movimiento de masas de interesante repercusión. Con gente de Caucagua, Guatire, Guarenas, El Guapo y otras comarcas se juntaron unos 800 hombres entre esclavos, indios y canarios.
Llegaron el 19 de abril de 1749 a Chacao, pregonando que «el intento directo es solamente la destrucción total de la Compañía Guipuzcoana .. » Como las autoridades no actúan, siguen hasta Caracas al son de tambores de guerra y con banderas encarnadas. Rodean la casa del Gobernador con gente armada, y al resto lo mandó a apostarse en la Plaza de la Candelaria, siempre canaria, y donde León tenía su casa; pero faltóle a Juan Francisco la garra del león; le faltó el coraje del caudillo. Su fe en la Ley y en la Justicia lo perdió. En lugar de exigir, llegó inclinando la cabeza respetuosamente ante las autoridades y protestando la fidelidad al Rey. El Gobernador Castellanos, para distraerlo más, huyó disfrazado de monje en la madrugada del 4 de mayo, hacia La Guaira, y allí instaló su Gobierno.
Después de varios meses, como no se le cumplen las promesas, Juan Francisco arremete nuevamente contra la capital (1º de agosto), pero esta vez con más de ocho mil hombres. De allí se dirige León hasta La Guaira en busca del Gobernador, y éste, ante la imponente demostración de poder popular, fingió hacer salir de Macuto y Puerto Cabello a los funcionarios de la Compañía.
En noviembre de ese mismo año de 1749 llega el nuevo Gobernador, Julián de Arriaga, quien hace las paces con León y ordena un indulto general. León esboza su programa de política económica, que puede resumirse en estos puntos:
Fluctuación de precios de acuerdo con la oferta y la demanda. * Libertad para transportar el cacao hasta cualquiera de los puertos. * Eliminación del intermediario. * Libertad de comercio. * Que no se restrinja más el tabaco. * Indemnización de daños causados por la Compañía.
Removido Arriaga, llega Felipe Ricardo aplicando medidas crueles y brutales, desconociendo hasta el indulto concedido por su antecesor. Irritado en extremo, León decidió irse a las armas y hacerle frente al Gobernador. No pudiendo combatir contra un ejército veterano, dispersó su gente y se dedicó a huir por los montes, ríos y sabanas, durante seis meses, hasta que cansado y hostigado por el gobierno, tuvo que rendirse. El 9 de febrero de 1752 prestó declaración y fue remitido preso a España, junto con su hijo Nicolás. El precio de la libertad sería la participación obligada en las campañas militares de España en sus colonias africanas.
La casa de Juan Francisco León fue destruida y sembrada de sal. La pena que le fue impuesta no la cumplió, porque murió en Cádiz el 2 de agosto de 1752. Pero muy poco tiempo después fueron encontradas válidas sus pretensiones, y la Compañía Guipuzcoana fue eliminada.


Movimiento Leonardo Chirino


José Leonardo Chirino, nacido en Curimagua, estado Falcón, el 25 de abril de 1754, fue un zambo revolucionario venezolano que lideró una fallida insurrección en busca del establecimiento de la República en el país y la eliminación de la esclavitud.
La insurrección se originó a raíz de un baile en Macanillas en el Valle de Curimagua, de donde era nativo Chirino. De aquí pasaron a la de El Socorro, donde asesinaron a algunas personas, y después intentaron tomar Coro, cuyos vecinos ya estaban preparando la defensa, de modo que los insurrectos fueron vencidos fácilmente.
Habiendo fracasado en el intento, Chirino trató de reorganizarse, y escribió al cacique y a los indios de Pecaya, pidiéndoles incorporarse a la lucha, prometiéndoles que no pagarían demora, esto es, un tributo especial de los indígenas, el cual se les cobraba en dinero efectivo. Sin embargo, la persecución que desató el Teniente de Justicia, Ramírez Valderrain, fue una verdadera cacería humana. Chirino fue apresado, condenado a muerte y trasladado a Caracas, donde fue ejecutado el 10 de diciembre de 1796.

Este movimiento, de hondas raíces sociales, llamó la atención de las autoridades coloniales sobre las diferencias existentes y las injusticias, particularmente en lo tocante al cobro de impuestos a las clases humildes. Las intenciones de orden social y económico de Chirino eran claras, más en cuanto a lo político no basta que haya proclamado la ley de los franceses, aspirando instaurar un régimen republicano, pues se ignora hasta qué punto estaba preparada para lograr tal cambio.
Aunque fue un hecho de carácter local, determinado por una situación específica, propia de las condiciones sociales generadas por la esclavitud, tuvo inspiración en las insurrecciones que tenían lugar en aquellos días en Santo Domingo, así como en la Revolución francesa. El movimiento no se propagó más allá de una parte del occidente del país, pero logró provocar una seria alteración del orden colonial en Venezuela.


Con todo, el pronunciamiento de Chirino en Coro no fue estéril en consecuencias, ya que el postre se redujeron los impuestos y se cobraron con sentido más humano, aunque haya adolecido de fines clara y propiamente independentistas, como sí los tuvieron luego, por ejemplo, las gestas de Gual y España, Miranda y Bolívar.

Movimiento Gual y España

Movimiento revolucionario organizado en La Guaira y Caracas en 1797, por Manuel Gual y José María España; puede ser considerado como uno de los antecedentes más cercanos de los sucesos del 19 de abril de 1810. En relación a sus máximos dirigentes, tenemos que el primero, guaireño, era militar retirado (capitán), hijo de un oficial que unos 50 años antes había defendido al puerto de La Guaira contra los ataques navales de los ingleses. El segundo desempeñaba el cargo de teniente de justicia de Macuto. En términos generales, se trató de un proyecto revolucionario igualitario, republicano y democrático, con proyección hacia el resto del continente. En la conjura participaron individuos de todas las clases sociales, exceptuando a los mantuanos. En tal sentido figuraron entre los conjurados comerciantes como Manuel Montesinos Rico; los abogados criollos Nicolás Ascanio y Luis Tomás Peraza; los ingenieros militares Patricio Ronán y Juan Lartigue de Condé (francés al servicio de la monarquía española); funcionarios de la Real Hacienda como Joaquín Sorondo, Juan José Mendiri, Martín Goinaga; y el párroco de La Guaira, Juan Agustín González. También formaron parte de la conspiración abogados y letrados, así como muchos artesanos, es decir: albañiles, zapateros, herreros; muchos sargentos, cabos y soldados, unos pardos y algunos blancos. En síntesis, se trataba de una rebelión de gente de lo que podía ser considerado como un sector medio, que pretendía hacer de la provincia de Venezuela una república democrática independiente.
En la conspiración de Gual y España desempeñaron un importante papel varios revolucionarios españoles que encabezados por el educador y escritor Juan Bautista Picornell, habían pertenecido a una logia masónica madrileña que había organizado en la capital de España un golpe de Estado que tenía como propósito derrocar el régimen monárquico e instaurar una República al estilo de la francesa. Este movimiento en el que también estaban implicados el profesor de matemáticas Sebastián Andrés y el de humanidades José Lax, así como el miembro del Real Colegio de Pajes, Manuel Cortés Campomanes, debía estallar el 3 de febrero de 1796, día de San Blas. Pero los mismos fueron delatados antes de lograr su objetivo siendo apresados, juzgados y condenados a muerte, pena que les fue conmutada por la del encierro en predios de América, gracias a la intervención del embajador de Francia. En diciembre de 1796 y a comienzos de 1797, los 4 conspiradores europeos fueron llegando al puerto de La Guaira, donde se les encerró en las bóvedas. Al poco tiempo Picornell y sus compañeros entraron en contacto con Gual y España, reforzando sus ideas revolucionarias. El movimiento que tuvo su foco en La Guaira desde donde se extendió rápidamente a Caracas; contó con un conjunto de documentos teóricos e instrucciones de carácter organizativo práctico. Inclusive se previeron cantos revolucionarios como la Carmañola americana, inspirada en su homónima francesa, y una canción americana surgida de la propia entraña del medio social, aunque con influencia de La Marsellesa.
Entre los meses de abril y junio de 1797 se realizaron diversas reuniones de los conjurados, en casa de España, en la de Ronán, en la de Mendiri. Gual quien no vivía en La Guaira, sino en Santa Lucía, asistía también a dichos encuentros, alojándose en casa del ingeniero Ronán. En una de las reuniones celebradas en casa de España, éste exhortó a los presentes a derramar su sangre por la patria si fuese preciso, a la vez que recibía su juramento de fidelidad y les exhortaba a guardar secreto. Los conspiradores se llamaban entre si "hermanos", expresión que funcionaba además como santo y seña para reconocerse. Asimismo, como símbolo de su movimiento crearon una escarapela de 4 colores (blanco, azul, amarillo y rojo), el cual representaba las 4 etnias que participaban en él: blancos, pardos, indios y negros. La primera acción llevada a cabo por los conspiradores fue la de organizar la fuga de los presos españoles que se encontraban en las bóvedas del puerto de La Guaira, hecho que se efectuó el 4 de junio, con la complicidad de los carceleros. No obstante, vale la pena señalar que para ese momento sólo existían 3 prisioneros, pues José Lax había sido trasladado poco antes a Puerto Cabello. En cuanto a Sebastián Andrés, después de fugarse, subió a Caracas, donde fue arrestado el día siguiente. Por su parte, Picornell y Cortés Campomanes se escondieron en un lugar llamado La Vigía de Chacón, cuyo vigilante, un soldado pardo, los protegió hasta el 16 de junio, cuando pudieron salir hacia la casa de España en Macuto; desde donde se arreglaría su salida a Curazao el 26 de junio. De Curazao, Picornell y Cortés pasaron a la isla de Guadalupe, colonia francesa. Desde allí o en la ciudad de Santo Domingo (que en esta época estaba también dominada por los franceses), Picornell hizo imprimir numerosos ejemplares de La Canción Americana, cuyo estribillo decía: "... Viva tan solo el Pueblo/ el Pueblo Soberano./ Mueran los opresores, / Mueran sus partidarios.... " y más de 2.000 del folleto titulado Derechos del hombre y del ciudadano, con máximas republicanas y un discurso preliminar dirigido a los americanos, con el pie de imprenta apócrifo "Madrid, en la imprenta de la Verdad, 1797". Luego de esto, se dedicó a promover su introducción clandestina en Tierra Firme.
Mientras tanto en La Guaira la conspiración seguía su curso. En tal sentido, el movimiento fue fijado para el 16 de julio, día de la Virgen del Carmen. El comerciante Manuel Montesinos Rico, quien vivía en Caracas, había recibido de Gual el encargo de promover la conspiración en la capital. El 11 de julio, Montesinos intentó captar para el movimiento al oficial de Milicias de Pardos, insinuándole que facilitara a los conjurados el acceso a la armería del cuartel el día 16. No obstante, Chirinos no se dejó convencer y habló con varios compañeros y luego con el capellán de su batallón y éste con uno de los párrocos de la catedral, por que la noticia finalmente llegó a oídos del gobernador y capitán general Pedro Carbonell ya avanzada la tarde del día 13. El primero de los conjurados en ser arrestado fue Montesinos Rico, en cuya casa fueron encontrados documentos revolucionarios, algunos escritos por él y otros por Picornell. 

Movimiento de Francisco Javier Pirela y José Francisco Suárez

 El mulato Francisco Javier Pirela, sastre de profesión y subteniente de una compañía de milicias pardas, y el negro Joseph Francisco Suárez, empleado del vicario eclesiástico, se pusieron de acuerdo para organizar una sublevación en Maracaibo. Tenían el apoyo y complicidad de los hermanos Juan Gaspar y Agustín Bocé, corsarios provenientes de Puerto Príncipe (Haití) que llegaron a Maracaibo con sus goletas El Bruto y La Patrulla, el 6 de mayo de 1799. Pirela proporcionaría 200 hombres del cuerpo de milicias, quienes con la ayuda de las tripulaciones de los corsarios, debían "…embestir la ciudad, saquearla, matar a los blancos y ricos, echar por tierra el gobierno español y establecer la República…", según lo indica el informe del Consejo de Indias al Rey.
La conspiración debía estallar en la noche del 19 de mayo; el santo y seña era la palabra «Antillen». En la mañana del mismo día, la conspiración fue denunciada al gobernador Juan Ignacio Armada, marqués de Santa Cruz, por un cabo acantonado en la ciudad. El mismo Pirela, 4 horas antes de estallar la conspiración, confesó todo el plan al gobernador. Hubo 68 reos en prisiones separadas. Pirela fue condenado a 10 años de cárcel y enviado al castillo El Morro de La Habana por el crimen de "rebelión y lesa majestad".

Expediciones Mirandinas 
Puede considerarse que las campañas navales de la Independencia empiezan el 2 de febrero de 1806, cuando del puerto de Nueva York salió el general Francisco de Miranda con el bergantín Leander de 18 cañones, en su proyectada expedición libertadora de Venezuela, como acción inicial de la empresa emancipadora de América del Sur.
El 20 de febrero de ese año llegó el Leander al puerto de Jacmel (Haití), donde concluyó Miranda la organización de su flotilla con la adquisición de las 2 goletas, Bacchus y Bee.
El 28 del mismo mes la flotilla levó anclas rumbo a Venezuela. Traía armas y municiones, una imprenta y 2 banderas: una con los colores amarillo, azul y rojo, y otra azul con 2 círculos blancos, y en el asta, un gallardete rojo con la leyenda«Muera la Tiranía y Viva la Libertad». El 11 de abril, la expedición tocó en Aruba para hacer aguada y obtener algunos suministros. Cinco días permanecieron en Aruba, durante los cuales la gente de Miranda estuvo empleada en ejercicios. Las autoridades españolas estaban informadas de las operaciones de Miranda y, al arribar la expedición a las costas de Ocumare el 27 de abril, ya la esperaban. En la mañana del día siguiente fue atacada por 2 buques: el bergantín Argos y la corbeta Ceres, bajo el mando del teniente de navío Agustín Blanco Maldonado.
Después de un corto combate, los expedicionarios fueron derrotados; en manos realistas quedaron las 2 goletas y unos 50 prisioneros. El Leander escapó a Trinidad. Los prisioneros capturados fueron conducidos a Puerto Cabello y ahorcados 10 de ellos.
Con ayuda inglesa, el general Miranda preparó una segunda expedición, la cual salió de Trinidad en julio del mismo año. Estaba integrada por unos 400 hombres, repartidos en 10 buques. En la noche del 2 de agosto se hallaba frente al puerto de La Vela de Coro. El 3 se llevó a cabo el desembarco y después de breve combate, el puerto y sus instalaciones quedaron en poder de los invasores, quienes izaron en el fuerte de La Vela el tricolor mirandino. El jefe expedicionario continuó su marcha hacia la ciudad de Coro, la cual fue tomada el 4. Para atraer a los pobladores que habían abandonado la ciudad, el general Miranda envió comisiones y publicó proclamas; pero fueron pocos los que respondieron al llamado.
El 10 del mismo mes retornó al puerto de La Vela y desde allí dirigió nuevas solicitudes de auxilio a lord Thomas A. Cochrane, al almirante James Richard Dacres en Jamaica y al gobernador de aquella Antilla; escribió al obispo de Mérida quien a la sazón se hallaba en territorio de Coro, proponiéndole una entente; también lo hizo al Ayuntamiento. Por su parte, el teniente coronel Juan de Salas, comandante militar de Coro, había despachado mensajeros en solicitud de ayuda. El gobernador y capitán  general de Venezuela Manuel Guevara Vasconcelos levantó una fuerza de unos 1.500 hombres para oponerlos a Miranda y éste viendo que todo esfuerzo que hiciese le conduciría al fracaso, decidió abandonar la empresa. El 13 de dicho mes se reembarcó con sus tropas, rumbo a la isla de Aruba.